miércoles, 17 de noviembre de 2010

El sendero.(Parte III)


La brisa cesó y sabia que era tiempo de levantarme, aunque todo esto resultaba nuevo para mi, en lo profundo de mi ser sentía paz y alegría por la nueva etapa que estaba por empezar.

Mientras buscaba algunas cosas para el viaje, recordaba lo que había sido mi vida en el Valle, en el cual las personas viven lamentándose día y noche. Prepare algunas cosas, las cuales pensé que necesitaría en mi peregrinaje.

Camine hasta una colina, a la cual muchas veces iba cuando estaba pequeño para observar el cielo gris...y en aquel lugar me despide del valle. Luego corrí con tanta intensidad, no sabia que era esto pero me sentía bien. Corrí hasta que se me hacía difícil respirar.

Después de unas horas, la inquietud visito mi corazón puesto que no sabía hacia donde iba. De pronto, la desesperación invadía mi mente y pensaba: "Probablemente todo esto fue una locura, mejor regreso al valle. No quiero morir en este lugar tan solitario". Mientras pensaba ese tipo de cosas, mire una roca y decidí ir a sentarme un momento para descansar.

Mientras estaba sentado, grite en voz alta: "Debí estar loco, no se hacia donde voy". Mis palabras se perdían en aquel basto y solitario lugar. Empecé a sollozar, como un niño cuando pierde su juguete preferido.

Fue entonces, en medio de aquel sollozo que sentí nuevamente aquella brisa, era tan fresca y confortante, como una caricia llena de amor.

- No temas, en cada paso que has dado Yo he estado contigo, -afirmo aquella Voz - Sonreí al verte correr, lo disfrute como tu lo disfrutaste, eso se llama Libertad, agrego

- Pero no se hacia donde voy, replique con angustia.

-No temas, dijo con seguridad.

Luego observe que aquella brisa se volvió intensa y empezó a mover el polvo hasta formar un pequeño torbellino.

- Sigue el torbellino, te indicara donde inicia tu sendero.

La desesperación desapareció con aquellas palabras y con aquella tierna caricia. Durante unos minutos seguí el torbellino hasta que llegue a un sendero, pude ver que habían escombros y divisaba algunos arboles de gran altura.

Cuando pise el sendero, el torbellino se disolvió.

-No temas, aquí estoy, dijo la Voz. Como si pudiera leer mis pensamientos.

-Camina y no temas, dijo.

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